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Foto del escritorSergio Barroso

Los pisos que deberíamos tener: terraza, espacio para los niños y despacho para teletrabajar.

STUARTEC ha iniciado el rediseño de todas sus propuestas de viviendas que se tenían en cartera para adaptarlas a las nuevas exigencias del usuario y a la posibilidad de nuevos confinamientos.



Han pasado siete meses escasos, pero nada es igual que desde que se desató la pandemia y medio mundo tuvo que afrontar un confinamiento domiciliario por los estragos de la Covid-19. La distancia social ha sustituido a los saludos afectuosos incluso entre amigos y familiares, la mascarilla es, junto a la cartera y el móvil, un elemento imprescindible de nuestro trasiego diario y ya no juzgamos con el mismo criterio los parámetros que debe ofrecer nuestra vivienda para ser confortable.


La crisis sanitaria lo ha cambiado todo y los promotores inmobiliarios somos conscientes de que si queremos seguir vendiendo pisos debemos adaptar nuestro producto a las nuevas necesidades. Y en eso estamos, hemos empezado a repensar todos nuestros proyectos que no habían arrancado todavía para que puedan encajar en la dificultad de un nuevo confinamiento. "Muchos promotores están rediseñando sus proyectos para introducir elementos que ahora, después del confinamiento, se consideran prioritarios como terrazas o más espacios para estar en casa cómodamente", explica el responsable de desarrollo de producto del estudio, Sergio Barroso.


Pero no sólo las zonas exteriores como balcones y terrazas han cobrado un nuevo protagonismo en los estándares residenciales. Los consumidores, también demandan una nueva distribución de los elementos de la casa. "Antes se proyectaban muchas viviendas de dos habitaciones y ahora se están reformulando los espacios para introducir una tercera habitación que se convierta en un despacho para el teletrabajo. Además, también se está teniendo en cuenta que haya más superficie para que los niños estén cómodos"


Las nuevas características de la vivienda post-Covid, sin embargo, no implicarán un incremento de los metros cuadrados sino, una redistribución de los espacios. Y es que, la volumetría debe ajustarse a los parámetros urbanísticos que ya están delimitados. Además, el continuo ascenso de los precios de la vivienda, en mayor medida el del alquiler, hacen prácticamente inviable el incremento de la superficie al menos en las grandes urbes.


VENTAS Y MENOS IMPUESTOS

Pese a los nuevos criterios residenciales que marca el Covid, las adquisiciones de vivienda nueva que estaban comprometidas antes de la pandemia no han sufrido cancelaciones significativas y las operaciones se han sostenido, no obstante, existe incertidumbre ante lo que pueda pasar en el futuro y una posible crisis económica.


Por ello, hemos participado en rondas con los responsables de las administraciones para abordar la situación fiscal de la edificación. Los ritmos de construcción cayeron prácticamente a cero después del estallido de la burbuja inmobiliaria pero, transcurrido el tiempo, se intenta retomar el pulso al sector con la construcción de viviendas que cubran las necesidades de la ciudad.


Los promotores han puesto encima de la mesa de las administraciones la necesidad de relajar la presión fiscal de una actividad económica que se ha ajustado tras la crisis inmobiliaria y que supone un gran motor de empleo.


"La construcción de una vivienda genera puestos de trabajo y una rehabilitación más. Tenemos tasas e impuestos que se corresponden con el año 2.000 y necesitamos que se acomoden a la nueva situación. Es algo que hemos hablado ya con algunas administraciones porque nuestro sector puede contribuir a la creación de nuevos puestos de trabajo", mantenemos que entre el 30 y el 35% del coste de un edificio de obra nueva corresponde a tasas e impuestos: "De cada vivienda de entre 150 y 190.000 euros, 45.000 son de impuestos y tasas".

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